Nosotros Gay

Nosotros Gay
Tu Blogger De Informacion Gay

domingo, 12 de enero de 2014

Super bacteria mas fuerte que el SIDA



Una superbacteria de transmisión sexual más infecciosa que el sida fue descubierto en Hawai, alertaron las autoridades de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos y demandaron una partida de 54 millones de dólares para encontrar un nuevo antibiótico para su tratamiento y para una campaña de educación y alerta pública. 
El microorganismo resistente a lo antibióticos es una variante de la bacteria causante de la gonorrea, Neisseria gonorrhoea, enfermedad que ocupa el segundo lugar en casos de enfermedades de transmisión sexual en los EE. UU., y se le llama H041.

El primer caso se detectó en Japón en 2011 y otro en Hawai en mayo de 2011. 

Ahora ha aparecido en California y en Noruega. 

Peter Whiticir y el Departamento de Estado para la Salud de los Estados Unidos informaron que se ha enviado recomendaciones a médicos e instituciones de salud de Hawai para supervisar posibles casos.

Infectarse con la H041 puede ser mortal como el sida y puede provocar un shock séptico en cuestión de días.

 “Puede ser mucho peor que el sida en corto plazo, porque la bacteria es más agresiva y afectará a más gente con mayor rapidez”, dijo a la CNBC Alan Christianson, doctor en medicina naturopática, y agregó que el efecto de la H041 es más peligroso directo que el sida, que en el mundo ya ha matado a unos 30 millones de personas.

Los especialistas creen que todos los tipos de gonorrea se convertirán en intratables en corto plazo.

La forma de evitar la enfermedad es tomar medidas de precaución, evitar relaciones sexuales fuera de la estabilidad del matrimonio y realizarse análisis ambas personas de una pareja antes de iniciar una nueva relación.

La cefalosporina es el tratamiento más nuevo contra la gonorrea, pero las estadísticas mundiales muestran que está fallando en combatir a la enfermedad, lo cual la convertirá en un mal intratable.

Beneficios del “indeseado” vello en la zona Íntima



Aparentemente, según los expertos, el afán por depilar parcial o completamente la zona no es más que una peligrosa tendencia o moda que según ellos esperan que desaparezca por el bien de la humanidad… Les cuento algunas de las ideas que argumentaban en su batalla contra las máquinas de afeitar, cremas depilatorias, y la dolorosa cera.En primer lugar, cualquiera de estos tratamientos estéticos pueden terminar dañando o lastimando la piel, haciéndola más sensible y susceptible a infecciones; además que en la mayoría de los casos tiene que ver con técnicas dolorosas, irritantes de la mucosa y piel, o casi rituales de tortura.Además, dejar el genital libre de vellos, lo hace más propenso a virus, gérmenes y bacterias; porque según los médicos quitamos la barrera natural que los protege, tal cual como sucede en los ojos con las pestañas y cejas.Aparentemente, lo peor es cuando eliminamos los vellos para asistir a un encuentro erótico, o la típica visita a la playa, o piscina… No solo aumenta el riesgo de las infecciones de contagio (por ejemplo el VPH) sino, que el roce de la penetración puede ser muy furtivo, llegando a herir, raspar, o irritar la zona recientemente depilada con los pocos o rebajados vellos de la pareja.De hecho, comparaban los vellos pequeños (aproximadamente 15 días después del tratamiento) con micro cuchillas que rompen, la piel del otro cuando lo rozamos durante la penetración; imagínense ahora el escenario durante el sexo oral, ¡Ouch!Entonces, ¿qué hacemos?, ¿cómo podemos vivir tranquilas?, y gozar de una autoestima sexual sana, viéndonos un poco decoradas, para algunas desprolijas y/o descuidadas, disfrutando el famoso estilo europeo (sin ánimo de ofender).La idea sería abrir nuestra mente a nuevos estilos, entender que poco a poco la idea sería mantener unos niveles mínimos y adecuados de vellos, que permitan servir de barrera protectora contra las infecciones, maltratos y cualquier enemigo. Programar los tratamientos días antes de la sesión erótica, o playera; cuidando la zona durante ese tiempo con cremas humectantes, ropa interior adecuada y hasta masajito para disminuir la inflamación.Y si sucede que te niegas rotundamente a dejar atrás tus hábitos “de higiene”, trata en lo posible de no involucrar las zonas más sensibles como por ejemplo; en los labios mayores justamente el borde que protege la entrada de la vagina, nunca aplicar nada sobre los labios menores y la zona perianal.

lunes, 6 de enero de 2014

Trastornos del ano y del recto




El ano es la apertura existente al final del tracto gastrointestinal por donde los materiales de desecho (deposiciones, heces) abandonan el organismo. El recto es la sección del tracto gastrointestinal por encima del ano donde las heces son retenidas antes de ser expulsadas del organismo a través del ano.
El revestimiento mucoso del recto se compone de un tejido brillante (de un color naranja tostado) que contiene glándulas mucosas muy semejante al revestimiento mucoso del resto del intestino. El ano está formado en parte por la piel y en parte por el revestimiento intestinal. La mucosa del recto es relativamente insensible al dolor, pero los nervios del ano y de la piel adyacente son muy sensibles. Las venas del ano drenan a la vena porta, que va al hígado, y a la circulación general. Los vasos linfáticos del recto drenan al intestino grueso y los del ano a los ganglios linfáticos de la ingle.
Un anillo muscular (esfínter anal) mantiene el ano cerrado. Éste es controlado de forma inconsciente por el sistema nervioso autónomo; sin embargo, su porción inferior puede relajarse o contraerse a voluntad.
Para diagnosticar los trastornos del ano y del recto, se inspecciona la piel alrededor del ano buscando alguna anormalidad. Con el dedo, el médico palpa por dentro el recto en el varón o el recto y la vagina en la mujer. Después, mira dentro del ano y del recto con un tubo de visualización rígido y corto (anoscopio). También puede usar un tubo rígido de 15 a 25 centímetros de longitud (proctoscopio). A continuación puede introducir un sigmoidoscopio, que es un tubo largo y flexible, con el fin de observar el intestino grueso hasta una distancia de 60 centímetros desde el ano. Si el área anal o sus alrededores son dolorosos, se puede administrar un anestésico local, regional, o incluso general, antes de la sigmoidoscopia (examen con un sigmoidoscopio). A veces se realiza una enema de limpieza antes de la sigmoidoscopia. Durante la prueba se pueden obtener muestras de tejido y de secreciones para su examen al microscopio. Otro estudio que se puede realizar es una exploración radiológica con papilla de bario.
Hemorroides
Las hemorroides son tejidos hinchados que contienen venas y que están localizados en las paredes del recto y del ano. 



Las hemorroides se pueden inflamar, desarrollar un coágulo sanguíneo (trombo), sangrar o agrandarse y protruir hacia fuera por el ano (prolapso). Las que permanecen en el ano se llaman hemorroides internas y las que protruyen fuera de éste se denominan hemorroides externas.
Las hemorroides se pueden desarrollar debido a esfuerzos repetidos e intensos durante las evacuaciones; el estreñimiento puede empeorar la situación. La enfermedad hepática incrementa la presión sanguínea en la vena porta, conduciendo en ocasiones a la formación de hemorroides.
Hemorroides
Síntomas y diagnóstico
Las hemorroides pueden sangrar, típicamente tras una evacuación, provocando que las heces o el papel higiénico se manchen de sangre. La sangre puede hacer que el agua de la taza del retrete se tiña de rojo. Sin embargo, a pesar de su aparatosidad, la cantidad de sangre generalmente es pequeña y las hemorroides raramente conducen a grandes pérdidas de sangre o a un cuadro anémico.
Las que protruyen por el ano pueden ser reintroducidas de nuevo suavemente con un dedo o a veces pueden hacerlo por sí mismas. Una hemorroide puede hincharse y volverse dolorosa si su superficie se ve sometida a un roce continuo o si se forma un coágulo en su interior. Con menor frecuencia, pueden secretar moco y crear la sensación de que el recto no está completamente vacío. El picor en la región anal (prurito anal) no es un síntoma de hemorroides, pero puede ocurrir, ya que la zona dolorosa es difícil de mantener limpia.
El médico puede diagnosticar rápidamente las hemorroides inflamadas y dolorosas mediante la inspección del ano y del recto. La anoscopia y la sigmoidoscopia ayudan a determinar si el paciente padece un trastorno más grave, como un tumor.
Tratamiento
Generalmente, las hemorroides no requieren tratamiento, a no ser que provoquen síntomas. La toma de agentes emolientes que ablandan las heces o de mucílago puede aliviar el estreñimiento y evitar los esfuerzos excesivos que lo acompañan. Las hemorroides sangrantes se pueden tratar con la inyección de sustancias que promueven la formación de tejido cicatricial que cierra estas venas; este procedimiento se denomina escleroterapia.
Las hemorroides internas de gran tamaño y las que no responden a la escleroterapia se ligan con bandas de goma. Este procedimiento, llamado ligadura con bandas de goma, hace que la hemorroide se atrofie y se desprenda sin causar dolor. El tratamiento se aplica en una sola hemorroide cada vez, a intervalos de dos semanas o más. Se pueden necesitar de tres a seis tratamientos. Las hemorroides también pueden ser destruidas utilizando láser (destrucción por láser), rayos infrarrojos (fotocoagulación por infrarrojos) o una corriente eléctrica (electrocoagulación). Si fallan los demás procedimientos se puede recurrir a la cirugía.
Cuando una hemorroide con un coágulo de sangre duele, se trata con baños de asiento (baños en los cuales la persona se sienta en el agua), ungüentos anestésicos locales o compresas de avellana. El dolor y la inflamación suelen disminuir tras un corto período de tiempo y los coágulos desaparecen al cabo de 4 a 6 semanas. Por otra parte, el especialista puede abrir la vena y retirar el coágulo en un intento de aliviar el dolor rápidamente.
Fisuras anales
Fisura anal
Una fisura anal (fisura en el ano, úlcera anal) es un desgarro o una úlcera en el revestimiento del ano.
Las fisuras anales generalmente se deben a lesiones que ocurren durante una evacuación de heces muy duras o muy voluminosas. Las fisuras ocasionan espasmos del esfínter, lo que impide su curación.
Las fisuras causan dolor y pérdida de sangre durante una evacuación o poco después de ésta. El dolor dura entre varios minutos y varias horas y luego remite hasta la siguiente evacuación. El médico diagnostica una fisura mediante la inspección del ano.
Tratamiento
Un emoliente de las heces o las semillas de psilio pueden reducir las lesiones causadas por las evacuaciones de heces endurecidas, a la vez que lubrican y suavizan la zona baja del recto. También pueden ser beneficiosos los supositorios lubricantes. Un baño de asiento templado durante 10 o 15 minutos después de cada evacuación alivia la incomodidad y ayuda a incrementar el flujo de sangre local, lo que favorece la curación. Cuando fallan estas medidas sencillas, generalmente es necesaria la cirugía.
Abscesos anorrectales
Un absceso anorrectal es una colección de pus causada por bacterias que invaden el espacio alrededor del ano o del recto.
Los abscesos situados por debajo de la piel pueden producir dolor e hinchazón y la zona puede aparecer enrojecida y ser muy dolorosa al tacto. A menudo, el médico puede ver un absceso en la piel alrededor del ano. Con el dedo puede percibir una hinchazón dolorosa en el recto, incluso aunque no se vea una hinchazón. Los abscesos del recto situados más arriba pueden no causar síntomas rectales pero sí producir fiebre y dolor en la parte baja del abdomen.
Tratamiento
Los antibióticos son de escasa utilidad excepto en caso de fiebre, en los diabéticos o en los que, además, presentan una infección en otra parte del cuerpo.
Generalmente, el tratamiento consiste en inyectar localmente un anestésico, realizar una incisión en el absceso y vaciar el pus. En ocasiones, debe hospitalizarse a la persona para someterla a anestesia general antes del proceso quirúrgico. Una vez que ha sido drenado todo el pus, puede desarrollarse un trayecto anormal hasta la piel (fístula anorrectal).
Fístula anorrectal
Canal anormal, en este caso entre el recto y la piel que circunda el ano.
Fístula anorrectal
Una fístula anorrectal (fístula en el ano) es un trayecto anormal desde el ano o el recto hasta la piel cerca del ano, aunque ocasionalmente puede ir hacia otro órgano, como la vagina.
En general, las fístulas comienzan en una glándula profunda de la pared del recto o del ano. A veces las fístulas son el resultado del drenaje de un absceso anorrectal, pero a menudo no se puede identificar la causa. Esta afección es más común en portadores de la enfermedad de Crohn o en las personas con tuberculosis. También pueden ocurrir en las personas con diverticulitis, cáncer o alguna lesión anal o rectal. Una fístula en un lactante generalmente se debe a un defecto congénito y es más frecuentes en los niños que en las niñas. Las fístulas que conectan el recto y la vagina pueden deberse a una complicación de la radioterapia, a un cáncer, a la enfermedad de Crohn o a una lesión que haya sufrido la madre durante el parto.
Síntomas y diagnóstico
Una fístula puede ser dolorosa o puede excretar pus. Es posible observar una o más aberturas de una fístula o ésta puede notarse debajo de la piel. Introduciendo una sonda se puede determinar su profundidad y dirección. El médico puede localizar la abertura interna mirando a través de un anoscopio que introduce en el recto y mediante una exploración con una sonda. La inspección con un sigmoidoscopio ayuda a determinar si la causa del problema es un cáncer, la enfermedad de Crohn u otro trastorno.
Tratamiento
El único tratamiento eficaz es la cirugía (fistulotomía), durante la cual se secciona el esfínter de forma parcial. Si el esfínter se secciona demasiado, se pueden tener dificultades para controlar las evacuaciones. Asimismo, si la persona tiene diarrea, una colitis ulcerosa activa o la enfermedad activa de Crohn (todas las cuales pueden retrasar la cicatrización de las heridas), el tratamiento quirúrgico generalmente no se realiza.
Proctitis
La proctitis es una inflamación del revestimiento del recto (mucosa rectal).
En la proctitis ulcerativa, una forma común de proctitis, las úlceras aparecen en el revestimiento inflamado del recto. Este trastorno puede afectar de 2,5 a 10 centímetros de la porción baja del recto. Algunos casos responden rápidamente al tratamiento; otros persisten o recurren y requieren un tratamiento prolongado. Algunos derivan finalmente hacia una colitis ulcerosa.
La proctitis, una afección cada vez más frecuente, tiene varias causas. Puede ser consecuencia de la enfermedad de Crohn o de una colitis ulcerosa. También puede ser debida a una enfermedad de transmisión sexual (como la gonorrea, la sífilis, la infección por Clamydia trachomatis, el herpes simple o la infección por citomegalovirus), especialmente en varones homosexuales. Cualquier persona con un sistema inmunitario debilitado tiene mayores riesgos de desarrollar proctitis, particularmente de causa infecciosa, como la originada por el virus del herpes simple o por el citomegalovirus. La proctitis también puede ser causada por una bacteria específica, como la Salmonella, o por el uso de un antibiótico que destruya la flora intestinal bacteriana normal permitiendo que otras bacterias crezcan en su lugar. Otra causa de proctitis es la radioterapia sobre el recto o sus alrededores. 


Síntomas y diagnóstico
Es típico de la proctitis causar hemorragias indoloras o la eliminación de moco por el recto. Cuando la causa es la gonorrea, el herpes simple o el citomegalovirus, el ano y el recto pueden ser intensamente dolorosos.
Para establecer el diagnóstico, se observa el interior establecer del recto con un proctoscopio o un sigmoidoscopio y se toma una muestra de tejido del revestimiento rectal para su examen. El laboratorio puede entonces identificar las bacterias, los hongos o los virus responsables de la proctitis. El médico puede también examinar otras áreas del intestino mediante un colonoscopio o radiografías con papilla de bario.
Tratamiento
Los antibióticos son el mejor tratamiento para la proctitis causada por una infección bacteriana específica. Cuando la proctitis se origina por el uso de algún antibiótico que altera la flora intestinal, el metronidazol o la vancomicina son útiles para destruir las bacterias dañinas que han sustituido a las habituales. Cuando la causa de la proctitis se debe a la radioterapia o bien se desconoce lo que la promueve; el paciente puede mejorar con corticosteroides, como la hidrocortisona y la mesalamina, otro fármaco antiinflamatorio. Ambos pueden administrarse en forma de enema o supositorio. La cortisona, una variedad de corticosteroides, está disponible en forma de espuma que puede ser introducida en el recto mediante un cartucho y un émbolo. Al mismo tiempo se puede ingerir sulfasalacina u otro fármaco similar. Si estos métodos de tratamiento no alivian la inflamación, pueden ser útiles los corticosteroides orales.
Enfermedad pilonidal
La enfermedad pilonidal es causada por la infección de los folículos pilosos de la zona superior del surco interglúteo (división entre las nalgas).
Un absceso pilonidal es una colección de pus en el sitio de la infección; un seno pilonidal es una herida con salida crónica de pus a dicho nivel.
Generalmente ocurre en varones jóvenes, de etnia blanca y con mucho vello. Para distinguirla de otras infecciones, el médico busca hoyuelos (pequeños agujeros en el área infectada). Un seno pilonidal puede provocar dolor e hinchazón.
En general, un absceso pilonidal debe ser abierto y su contenido vaciado. Habitualmente, un seno pilonidal debe ser extirpado quirúrgicamente.
Prolapso rectal
El prolapso rectal es la protrusión del recto a través del ano.
El prolapso rectal hace que el recto se invierta, de tal forma que desde el ano se ve el revestimiento mucoso como una prolongación de tejido de color rojo oscuro, húmedo y con forma de dedo.
Prolapso rectal
Los lactantes sanos a menudo sufren un prolapso rectal temporal que sólo afecta al revestimiento del recto (mucosa), probablemente debido a un esfuerzo excesivo en alguna evacuación, y raramente se trata de algo grave. En los adultos, el prolapso del revestimiento del recto tiende a hacerse persistente y puede empeorar, de tal modo que cada vez protruye una mayor parte del mismo.
La procidencia es un prolapso completo del recto. Habitualmente, ocurre más en las mujeres mayores de 60 años.
Para determinar la extensión de un prolapso, el médico examina el área mientras la persona permanece de pie o en cuclillas y hace fuerza como para evacuar. Mediante la palpación del esfínter anal con el dedo, el médico a menudo detecta un tono muscular disminuido. Una sigmoidoscopia y una exploración radiológica del intestino grueso con enema de bario pueden poner de manifiesto una enfermedad subyacente, como una enfermedad de los nervios del esfínter.
Tratamiento
En los lactantes y niños, un emoliente de las heces evita tener que realizar esfuerzos durante la defecación. La sujeción de las nalgas una contra la otra entre las deposiciones generalmente ayuda a que el prolapso rectal se cure por sí mismo.
En los adultos es necesario el tratamiento quirúrgico para solucionar el problema. A menudo la cirugía cura el prolapso completo (procidencia). Una de las variantes de operación abdominal consiste en levantar el recto, tirarlo hacia atrás y unirlo al hueso sacro. Otra técnica consiste en extirpar una porción del recto.
Si la cirugía no está indicada por razones de edad o de mala salud, se puede colocar un anillo de alambre o de plástico alrededor del esfínter; este procedimiento se denomina técnica de Thiersch.
Prurito anal
El prurito anal (el picor de la piel alrededor del ano) puede deberse a varias causas:
- Trastornos de la piel como la psoriasis y la dermatitis atópica.
- Reacciones alérgicas como la dermatitis de contacto causada por soluciones anestésicas aplicadas a la piel, por varios tipos de ungüentos o por productos químicos utilizados en la fabricación del jabón.
- Ciertos productos alimenticos como las especias, los cítricos, la cerveza y la cola, así como los comprimidos de vitamina C.
- Microorganismos como hongos y bacterias.
- Parásitos como los oxiuros y, con menor frecuencia, la infestación por sarna o piojos (pediculosis).
- Antibióticos, especialmente las tetraciclinas.
- Enfermedades como la diabetes, las afecciones hepáticas, los trastornos del ano (por ejemplo, apéndices cutáneos, criptitis, fístulas que supuran) y los tumores cancerosos (por ejemplo, la enfermedad de Bowen).
- Higiene deficiente, lo que permite que las heces irriten la piel, o el abuso del jabón y el exceso de frotamiento.
- Calor y sudación excesivos debido al uso de medias, ropa interior apretada (especialmente sí no es de algodón), obesidad o clima caluroso.
- El ciclo de ansiedad-picor-ansiedad.
Las personas con hemorroides externas voluminosas pueden sufrir picor porque les resulta difícil mantener el área limpia.
Tratamiento
Tras la deposición, se debe limpiar el área anal con algodón absorbente, que puede ser humedecido con agua templada. La humedad se puede combatir con el uso frecuente de polvos de talco o de almidón de maíz. Se pueden aplicar cremas con corticosteroides, cremas antimicóticas, como el miconazol, o supositorios calmantes. Los alimentos que pueden causar prurito anal se eliminan de la dieta, observando si se presenta alguna mejoría. Deben usarse vestidos flojos y ropa de cama ligera. Si la situación no mejora y el médico sospecha un cáncer, se puede obtener una muestra de piel para su examen.
Cuerpos extraños
En la unión entre el ano y el recto pueden quedar atrapados objetos deglutidos, como mondadientes, huesos de pollo o espinas de pescado, cálculos biliares o una masa de heces duras. También se pueden insertar cuerpos extraños de modo intencionado. En el recto pueden quedar alojados cánulas de enemas, termómetros y objetos colocados intencionadamente para estimulación sexual. Estos objetos voluminosos suelen quedarse en la porción media del recto.
Si durante una evacuación aparece un dolor repentino y muy intenso, ello sugiere que un objeto extraño, generalmente a nivel de la unión del ano y del recto, está penetrando en el revestimiento mucoso del recto o del ano.
Otros síntomas dependen del tamaño y de la forma del cuerpo extraño, el tiempo que ha permanecido allí y si ha causado una infección o una perforación.
El médico puede palpar el objeto haciendo un tacto rectal (palpación interna del recto con el dedo) durante una exploración física. Puede requerirse una exploración abdominal, una sigmoidoscopia y radiografías para asegurarse de que no se ha perforado la pared del intestino grueso.
Tratamiento
Si el médico puede tocar el objeto, generalmente se inyecta un anestésico local debajo de la piel y del revestimiento del ano para anestesiar el área. Entonces puede lograrse una mayor abertura anal utilizando un instrumento para tal fin y así asir el objeto y retirarlo. Los movimientos naturales de la pared del intestino grueso (peristaltismo) generalmente hacen descender el objeto, permitiendo retirarlo.
Si no se puede llegar a tocar el objeto o si éste no puede ser retirado a través del recto, a veces se requiere una intervención quirúrgica con fines exploratorios. Para ello se administra anestesia local o general, de tal modo que el objeto pueda ser empujado suavemente hacia el ano y se corta el intestino grueso para retirarlo. Después de haber retirado el cuerpo extraño, el médico realiza una sigmoidoscopia para determinar si el recto se ha perforado o presenta cualquier otro tipo de lesión. 

Trastornos de pene, próstata y testículos




Las anomalías en el pene, la próstata y los testículos pueden resultar tanto psicológicamente perturbadoras como físicamente perjudiciales. El pene puede verse afectado por lesiones, inflamaciones o infecciones, incluyendo las enfermedades de transmisión sexual. El cáncer de piel también puede desarrollarse en el pene. Los defectos de nacimiento pueden causar dificultades para orinar y para mantener relaciones sexuales.
El trastorno más común de la próstata es la hiperplasia benigna, que dificulta la micción. Otros trastornos incluyen la prostatitis y el cáncer de próstata (uno de los cánceres más frecuentes). El cáncer también puede afectar a los testículos, amenazando la fertilidad y, si no se trata, causa la muerte. Otros trastornos que afectan a los testículos incluyen la torsión testicular y la hernia inguinal.
Lesión e inflamación del pene
Varias son las lesiones que pueden afectar al pene. Enganchar el pene con la cremallera de los pantalones es muy frecuente, pero el corte producido en general se cura rápidamente. Un corte o irritación que se infecte debe ser tratado con antibióticos. Doblar excesivamente un pene erecto puede causar dolor, dañar gravemente las estructuras que controlan la erección y causar dificultades en las relaciones sexuales. El pene también puede partirse parcial o completamente. En ciertos casos es posible volver a unirlo, pero rara vez se recuperan completamente la sensibilidad y el funcionamiento normales.
La balanopostitis es una inflamación generalizada de la cabeza del pene (glande) y del prepucio. Dicha inflamación es habitualmente debida a una infección causada por un hongo o una bacteria bajo el prepucio de un pene no circunciso.
La inflamación causa dolor, picor, enrojecimiento, hinchazón y finalmente puede derivar en un estrechamiento (constricción) de la uretra. Los varones que padecen balanopostitis pueden llegar a desarrollar balanitis obliterante xerótica, fimosis, parafimosis y cáncer.
En la balanitis obliterante xerótica, la inflamación crónica provoca la aparición de una zona dura, de color blanco, cerca del extremo del pene. En general, la causa es desconocida, pero puede producirse por una infección o una reacción alérgica. El orificio de la uretra suele estar rodeado de esta piel blanca gruesa, que no hace más que bloquear la salida de la orina y del semen. Las cremas antibacterianas o antiinflamatorias pueden curar la inflamación, pero en general la uretra debe volver a abrirse quirúrgicamente.
Fimosis
Tratamiento quirúrgico.

La fimosis es una constricción o endurecimiento del prepucio. Es una situación normal en un recién nacido o en un niño pequeño y suele resolverse en la pubertad sin tratamiento alguno. En los adultos, la fimosis puede ser el resultado de una irritación prolongada. Como el prepucio endurecido no se retrae, puede afectar a la micción y a la actividad sexual. El tratamiento habitual es la circuncisión.
En la parafimosis, el prepucio retraído no puede volverse a colocar sobre la cabeza del pene (glande). La parafimosis puede curarse con la circuncisión.
La eritroplasia de Queyrat es una zona rojiza y aterciopelada claramente delimitada que se desarrolla sobre la piel del pene, en general, sobre la cabeza o en la base de ésta. Este trastorno suele producirse en varones no sometidos a circuncisión. Para confirmar el diagnóstico, el médico puede tomar una pequeña muestra de piel para examinarla al microscopio (biopsia). La eritroplasia de Queyrat se trata con una crema que contenga el medicamento fluorouracilo. Como el área puede volverse cancerosa si no se trata a tiempo, el médico la examina cada pocos meses durante y después del tratamiento. Como tratamiento alternativo, puede extirparse el tejido anormal.
Tumores del pene
A pesar de que el cáncer de piel puede aparecer en cualquier parte del pene, el punto más frecuente es la cabeza, especialmente en la base. Los varones circuncisos rara vez presentan cáncer de piel en el pene. Al principio, el cáncer suele manifestarse como un área rojiza con llagas que no se curan en varias semanas pero que, en general, son indoloras. Habitualmente, este cáncer es un carcinoma de células escamosas. Otros cánceres de piel en el pene, mucho menos frecuentes, son la enfermedad de Bowen y la enfermedad de Paget. El cáncer se extirpa quirúrgicamente, junto con una pequeña área de tejido sano que lo rodea. Sin embargo, el médico intenta salvar tanto tejido peneal como le resulta posible.
Otras tumoraciones en el pene pueden estar causadas por una infección. Por ejemplo, una llaga pequeña, indolora, puede ser un signo de sífilis. Las ampollas dolorosas, diminutas, con frecuencia deben su origen al herpes simple. En muy raras ocasiones, las ampollas, que con el tiempo forman pequeñas úlceras, pueden estar causadas por el chancro blando. Uno o más nódulos protuberantes y consistentes en general son verrugas genitales, causadas por un virus. Las formaciones pequeñas, consistentes y con diminutas depresiones (molluscum contagiosum) están causadas por otro virus.
Priapismo
El priapismo es una erección dolorosa, persistente, que no está acompañada de deseo sexual ni de excitación.
En la mayoría de los casos, el priapismo se produce como consecuencia del uso de fármacos, o por motivos desconocidos. Otras causas posibles incluyen un trastorno de la sangre, como los coágulos sanguíneos, la leucemia o la anemia drepanocítica, un tumor en la pelvis o en la columna vertebral y una infección de los genitales. La enfermedad probablemente se deba a anomalías en los vasos sanguíneos y en los nervios que atrapan sangre en el tejido eréctil (cuerpos cavernosos) del pene.
El tratamiento del priapismo depende de la causa. Si es un medicamento, deberá suspenderse de inmediato. Si la causa parece ser una lesión neurológica, la anestesia de la columna vertebral de manera continua puede resultar de gran ayuda. Si la causa probable es un coágulo de sangre, éste debe ser extraído quirúrgicamente, o bien debe realizarse una derivación quirúrgica para restablecer la circulación normal en el pene. La mayoría de los casos de priapismo puede tratarse drenando el exceso de sangre del pene con una aguja y una jeringa e irrigando los vasos sanguíneos con líquido para eliminar los coágulos u otras obstrucciones. También pueden utilizarse varios medicamentos, dependiendo de la causa del problema. Las probabilidades de que un varón recupere su función sexual son pocas si el priapismo no responde rápidamente al tratamiento.
Enfermedad de Peyronie
La enfermedad de Peyronie es un engrosamiento fibroso que provoca contracturas en el pene y deforma la erección.
La causa de la enfermedad de Peyronie, que afecta a los varones adultos, es desconocida. El tejido fibroso que forma las contracturas provoca una curvatura en el pene erecto que puede hacer difícil o imposible la penetración sexual. La enfermedad puede causar erecciones dolorosas. El tejido fibroso puede extenderse incluso hacia el tejido eréctil (cuerpos cavernosos), impidiendo completamente la erección.
La enfermedad de Peyronie puede curarse por sí sola en el curso de varios meses. Las inyecciones de corticosteroides en el área afectada pueden ser útiles. En algunos casos, los síntomas pueden aliviarse con el uso de tratamientos con ultrasonidos. Lo más habitual es que las áreas fibrosas deban ser extirpadas quirúrgicamente. La cirugía puede curar la enfermedad pero, en algunas ocasiones, puede provocar una cicatrización mayor que hace que la situación empeore. La cirugía puede originar también impotencia.
Hiperplasia benigna de la próstata
La hiperplasia benigna de la próstata es una formación no cancerosa (benigna) de esta glándula.
La hiperplasia benigna de la próstata es frecuente en los mayores de 50 años. La causa es desconocida, pero puede tener que ver con los cambios en los valores hormonales que se producen con el envejecimiento. La próstata es una glándula que rodea la uretra y, si crece, puede estrecharla gradualmente. Con el paso del tiempo, el flujo de orina puede resultar obstruido. Como resultado, los músculos de la vejiga se vuelven más gruesos y fuertes para poder empujar la orina hacia fuera. No obstante, cuando un sujeto con hiperplasia benigna de próstata orina, la vejiga puede no vaciarse por completo. En consecuencia, la orina se estanca exponiendo a la persona a infecciones y a la formación de cálculos. Una obstrucción prolongada puede dañar los riñones. En un varón con hiperplasia benigna de próstata, los fármacos que afectan negativamente al flujo de orina, como los antihistamínicos, pueden provocar una obstrucción.
Síntomas
La hiperplasia benigna de la próstata presenta los primeros síntomas cuando la próstata agrandada comienza a obstaculizar el flujo de orina. Al principio, el paciente puede tener dificultades al comenzar a orinar. También puede sentir que la descarga de orina ha sido incompleta. Como la vejiga no se vacía por completo en cada micción, tiene que orinar con más frecuencia, sobre todo por la noche (nicturia) y la necesidad se vuelve cada vez más imperiosa. El volumen y la fuerza del flujo de orina pueden reducirse notablemente, y puede haber goteo al final de la micción. Finalmente, la vejiga puede llenarse en exceso, provocando incontinencia urinaria.
Algunas pequeñas venas de la uretra y de la vejiga pueden reventar cuando el paciente se esfuerza por orinar, y ello hace que aparezca sangre en la orina. La obstrucción completa puede imposibilitar la micción, lo cual produce una sensación de saciedad y luego un dolor agudo en la parte inferior del abdomen.
Las infecciones de la vejiga pueden causar una sensación de quemazón durante la micción y también fiebre. El residuo de la orina que se devuelve también aumenta la presión sobre los riñones, pero rara vez produce permanentes lesiones del riñón.
Diagnóstico
El médico que sospecha un caso de hiperplasia benigna de próstata basándose en los síntomas realiza una exploración física. Al palpar la próstata durante un examen rectal, el médico generalmente puede determinar si está agrandada. También buscará nódulos, que pueden indicar la presencia de cáncer, y comprobará si existe dolor, lo cual puede ser indicio de infección.
En general se realizan análisis de sangre que miden la función renal, así como otras pruebas que determinan si una persona tiene cáncer de próstata. Estos análisis miden las concentraciones de antígeno específico prostático (AEP). Los resultados muestran valores elevados en un 30 o en un 50 por ciento de los hombres con hiperplasia benigna de próstata. Dicho incremento significa que debería llevarse a cabo otra evaluación para determinar si la persona tiene cáncer de próstata, pero no significa que así sea.
En ocasiones, es necesario realizar más pruebas. El médico puede usar un catéter para medir la cantidad de orina que queda en la vejiga tras la micción. Sin embargo, lo más común es que el médico haga orinar a la persona en un urofluómetro (un instrumento que mide el flujo urinario). Un examen con ultrasonidos (ecografía) puede medir el tamaño de la próstata y ayuda a determinar si el cáncer es una causa posible. En raras ocasiones, el médico pasa un endoscopio (un tubo flexible que permite visualizar) hasta la uretra para determinar si el flujo de orina está obstaculizado por otra razón que no sea el crecimiento de la próstata.
Tratamiento
Los síntomas pueden aliviarse con fármacos alfa-adrenérgicos que relajan los músculos de la salida de la vejiga, como la terazosina y la doxazosina. Para reducir el tamaño de la próstata y posponer la necesidad de cirugía, pueden administrarse medicamentos como el finasteride, pero la mejoría de los síntomas puede tardar en producirse hasta 3 meses o más. Se requiere un tratamiento adicional si los síntomas se vuelven insoportables, el conducto urinario se infecta, el riñón comienza a dejar de funcionar o el flujo de orina resulta completamente obstaculizado. Un hombre que no puede orinar en absoluto necesita que se le coloque un catéter de Foley para drenar la vejiga. Cualquier infección se trata con antibióticos.
Tacto rectal
Con el tacto rectal se logra palpar la próstata,que, en la ilustración, presenta un nódulo de origen tumoral.

La cirugía es la opción que más alivia los síntomas. El procedimiento más frecuente es la resección transuretral de la próstata, mediante la cual el médico introduce un endoscopio hasta la uretra y elimina parte de la próstata. Este procedimiento no requiere una incisión quirúrgica y, en general, se administra un anestésico inyectado en la columna vertebral. Sin embargo, el 5 por ciento de los varones que se someten a esta intervención, o incluso menos, sufren incontinencia urinaria. En raras ocasiones, el sujeto sufre de impotencia, necesita que se le dilate la uretra o requiere otra resección transuretral en los 3 años siguientes. Otra alternativa es utilizar un endoscopio equipado con un láser para quemar el tejido prostático, causando menos daño a los nervios y menos complicaciones. Sin embargo, hasta la fecha no existen estudios sobre las consecuencias de este procedimiento a largo plazo. Otros tratamientos probados recientemente son el uso de calor por microondas para reducir el tejido prostático y el uso de un globo para dilatar la uretra.
Cáncer de próstata
El cáncer de próstata es extremadamente frecuente, aun cuando su causa exacta sea desconocida. Cuando se examina al microscopio el tejido prostático obtenido tras una intervención quirúrgica o en una autopsia, se encuentra cáncer en el 50 por ciento de los hombres mayores de 70 años y prácticamente en todos los mayores de 90. La mayoría de estos cánceres nunca presenta síntomas porque crecen muy lentamente; sin embargo, algunos cánceres de próstata sí crecen de forma más agresiva y se extienden por todo el cuerpo. Aun cuando menos del 3 por ciento de los hombres que padecen esta enfermedad muere a causa de ella, en muchos países, el cáncer de próstata es aún la segunda causa de muerte más frecuente entre los varones.
Síntomas
En general, el cáncer de próstata crece lentamente y no presenta síntomas, a menos que se encuentre en estado avanzado. A veces los síntomas parecen similares a los de la hiperplasia benigna de próstata, incluyendo la dificultad para orinar y la necesidad de hacerlo con frecuencia. Estos síntomas aparecen porque el cáncer bloquea parcialmente el flujo por la uretra. Más adelante, el cáncer de próstata puede provocar orina con sangre o una repentina retención urinaria.
En algunos casos, el cáncer de próstata no se diagnostica hasta que se extiende (metástasis) hasta el hueso (típicamente la pelvis, las costillas y las vértebras) o los riñones, produciendo insuficiencia renal.
El cáncer de hueso tiende a ser doloroso y puede debilitarlo hasta el punto de causar fracturas. Una vez que el cáncer se ha extendido, es frecuente que la persona tenga anemia. El cáncer de próstata también puede extenderse hasta el cerebro, provocando ataques epilépticos, confusión y otros síntomas mentales o neurológicos.
Diagnóstico
Dado que el cáncer de próstata es tan común, muchos médicos lo buscan intencionadamente con el fin de poder establecer un diagnóstico en las primeras fases, cuando aún puede curarse. El mejor modo de buscarlo es hacer un examen rectal con el dedo y un análisis de sangre una vez al año. Durante el examen rectal, el médico palpa la próstata. Si la persona tiene cáncer, el médico suele percibir un nódulo. El análisis de sangre mide el valor de antígeno específico prostático (AEP), una sustancia cuya concentración se eleva habitualmente en las personas que presentan cáncer de próstata, pero que también puede aparecer en altas cantidades (aunque, en general, en menor proporción) en pacientes con hiperplasia benigna de próstata. Esta prueba no alcanza a descubrir un tercio de los cánceres de próstata (falso resultado negativo) y en alrededor del 60 por ciento de las veces indica cáncer cuando en realidad no lo hay (falso resultado positivo).
A pesar de que el examen aumenta las probabilidades de detectar el cáncer en sus primeras fases, también puede suponer realizar costosas e innecesarias pruebas diagnósticas y establecer un tratamiento sobre la base de un resultado falso positivo. Algunas organizaciones recomiendan realizar una determinación de AEP cada año para detectar la presencia de cáncer, mientras que otras no lo incluyen como una prueba de detecciðn sistemática.
Si el médico percibe un nódulo, puede examinar más detenidamente la próstata con una ecografía, un examen que utiliza ondas sonoras. Si este examen revela la presencia de un nódulo sospechoso, el médico generalmente obtiene varias muestras de tejido de la próstata. La persona recibe sólo un anestésico local antes de intervención y no se requiere hospitalización. Las muestras de tejido son examinadas al microscopio y pueden efectuarse en ellas ciertas pruebas bioquímicas. Estas pruebas ayudan a determinar si el cáncer es de tipo agresivo, que tiene probabilidades de extenderse con rapidez, o bien si es de tipo corriente, que tiende a crecer y a extenderse lentamente. También indican hasta qué punto se ha extendido el cáncer dentro de la glándula. Los tumores óseos metastásicos pueden ser detectados con radiografías o bien mediante una gammagrafía de los huesos.
Existen dos parámetros que ayudan al médico a determinar el curso posible del cáncer y el mejor tratamiento.
- Hasta dónde se ha extendido. Si el cáncer está confinado a una parte pequeña de la glándula de la próstata, en general, pasarán muchos años antes de que se extienda a las áreas que rodean la glándula y después al hueso y a otras partes del cuerpo.
- El grado de malignidad de las células. Las células del cáncer de próstata que se ven más distorsionadas al examinarlas al microscopio tienden a crecer y a extenderse con mayor rapidez.
Tratamiento
El tratamiento puede afectar gravemente a la forma de vida de la persona. La cirugía mayor, la radioterapia y los fármacos contra el cáncer de próstata suelen producir impotencia y pueden provocar incontinencia. El tratamiento proporciona menos ventajas a los hombres de más de 70 años que a los más jóvenes, ya que los de mayor edad tienen más probabilidades de morir debido a otras causas. Muchos hombres enfermos de cáncer de próstata, en especial los de mayor edad con un cáncer en su fase inicial, deciden que es mejor esperar y observar.
Cuando un sujeto y su médico deciden que es necesario seguir un tratamiento, el tipo de terapia dependerá del alcance de la enfermedad. Por lo general, el cáncer confinado a la próstata puede curarse extirpando la próstata quirúrgicamente o bien con radioterapia. En los hombres sexualmente activos que padecen ciertos tipos de cáncer, puede optarse por un procedimiento quirúrgico llamado prostatectomía radical de preservación de la potencia. Este procedimiento, que preserva ciertos nervios, mantiene la potencia sexual en alrededor del 75 por ciento de los pacientes. Menos del 5 por ciento presenta incontinencia. Sin embargo, el procedimiento tiene menos probabilidades de curar la enfermedad en los tipos de cáncer más agresivos y no tiene ningún sentido efectuarlo en los casos en los que el cáncer se ha extendido más allá de la próstata.
La radioterapia puede ser utilizada para tratar el cáncer confinado a la próstata. También se trata de una opción válida cuando el cáncer ha invadido los tejidos que rodean la próstata pero no se ha extendido hasta órganos más distantes. La radiación se aplica con un aparato de emisión externa o bien mediante implantes radiactivos que se insertan en la próstata.
El cáncer de próstata metastásico avanzado no se cura, pero los síntomas pueden aliviarse. Como muchos cánceres de próstata dependen de los valores de testosterona que tenga la persona, los tratamientos que bloquean los efectos de esta hormona pueden reducir el crecimiento de los tumores. Aproximadamente el 80 por ciento de los hombres que padecen cáncer de próstata presenta una respuesta positiva al tratamiento que bloquea dichos efectos. Una forma de bloquearlos es tomar ciertos medicamentos, como el leuprolide. Sin embargo, este tratamiento provoca cambios significativos en el organismo, incluyendo reducción de la libido, impotencia y crecimiento de las mamas (ginecomastia). Además, en casi un tercio de los hombres con enfermedad avanzada, el cáncer resiste a dicho tratamiento al cabo de un año.
La extirpación de ambos testículos (orquiectomía bilateral) reduce notablemente los valores de testosterona, pero los efectos físicos y psicológicos hacen que este procedimiento resulte inaceptable para algunos hombres. Sin embargo, es eficaz, no necesita tratamientos repetitivos, es menos costoso que la terapia con medicamentos y no requiere siquiera un día completo de hospitalización. El cáncer de hueso, que provoca dolor y que no responde a otros tratamientos, puede ser tratado con radioterapia o con fármacos que puedan reducir los tumores, como el mestranol.
Prostatitis
La prostatitis es una inflamación de la próstata.
En general, la prostatitis no se debe a una infección que se pueda identificar pero, en ocasiones, alguna infección bacteriana se extiende hasta la próstata desde el tracto urinario.
La infección de la próstata causa dolor en la ingle, entre el pene y el ano y en la parte inferior de la espalda, así como escalofríos y fiebre. El paciente también puede necesitar orinar con frecuencia y de forma imperiosa y puede aparecer sangre en la orina. La infección bacteriana puede extenderse al escroto, causando intenso malestar, hinchazón y dolor muy fuerte cuando se toca la zona afectada. Incluso se puede experimentar impotencia debido al dolor.
La prostatitis también puede ser el resultado de infecciones por hongos, virus y protozoos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de prostatitis generalmente se basa en los síntomas y en la exploración física. Cuando el médico realiza un examen rectal, la próstata puede hincharse y volverse dolorosa al tacto. En ciertas ocasiones, el médico puede obtener una muestra de orina o de secreción para su cultivo, aplicando presión sobre la próstata durante el examen.
Cuando la prostatitis no está causada por una infección, los baños de asiento calientes (baños en los que la persona se sienta), el masaje periódico de la próstata y la eyaculación frecuente son actividades recomendadas para aliviar los síntomas. Un analgésico, como el paracetamol o la aspirina, puede ser necesario para reducir el dolor. El hecho de tomar laxantes y beber mucho líquido también ayuda a aliviar los síntomas.
Cuando la prostatitis está provocada por una infección bacteriana, debe administrarse un antibiótico oral, como el trimetoprim-sulfametoxazol, du-rante 30 o 90 días. Tomar antibióticos durante menos tiempo sólo puede curar parcialmente la infección y derivar en una infección crónica.
Cáncer testicular
El cáncer testicular puede provocar el crecimiento de un testículo o la aparición de un bulto en el escroto. La mayoría de los bultos que aparecen en el escroto no están causados por el cáncer testicular, pero los que se forman en los testículos sí.
La causa del cáncer testicular es desconocida, pero los varones cuyos testículos no descendieron al escroto antes de los 3 años de edad tienen muchas más probabilidades de desarrollar cáncer testicular que aquellos cuyos testículos descendieron dentro de esa edad. La mayoría de los casos de cáncer testicular se desarrollan en hombres menores de 40 años.
Cuatro clases de cáncer pueden desarrollarse en los testículos: seminoma, teratoma, carcinoma embrionario y coriocarcinoma.
Síntomas y diagnóstico
El cáncer testicular produce un bulto consistente creciente en el escroto, lo cual puede resultar doloroso. A veces, los vasos sanguíneos se rompen dentro del tumor y, como resultado, se forma una masa que crece rápidamente y causa un fuerte dolor. Un bulto duro en el testículo debe considerarse seriamente y debe ser examinado de inmediato por un médico.
Una exploración física y una ecografía ayudan al médico a determinar si el bulto se ha originado en el testículo. Si el bulto parece ser una masa sólida, especialmente si se encuentra en el testículo, se extirpa una pequeña porción de tejido para analizarlo al microscopio (biopsia). El paciente recibe un anestésico local antes de la intervención y el testículo no resulta afectado. Los valores de dos proteínas en la sangre, la alfa-fetoproteína y la gonadotropina coriónica, tienden a ser elevados en los hombres que padecen cáncer testicular. Los análisis de sangre pueden utilizarse tanto para buscar cáncer como para controlar el efecto del tratamiento. Si los valores suben después del tratamiento, el cáncer puede haber vuelto a aparecer.
Tratamiento
El tratamiento inicial para el cáncer testicular es la extirpación quirúrgica de la totalidad del testículo. El otro testículo no se extirpa para que el sujeto tenga valores adecuados de hormonas masculinas y siga siendo fértil. En ciertos tipos de tumores, también pueden extirparse los ganglios linfáticos del abdomen puesto que el cáncer tiende a extenderse primero hacia ellos.
El tratamiento puede incluir radioterapia y cirugía, especialmente en casos de seminoma. La radiación suele concentrarse en los ganglios linfáticos del abdomen, del tórax y del cuello para intentar destruir las células cancerosas que se hayan extendido allí. El cáncer testicular que se ha expandido suele curarse con una combinación de cirugía y de quimioterapia. El pronóstico depende de la variedad y del alcance del tumor. Más del 80 por ciento de los hombres con seminomas, teratomas o carcinomas embrionarios sobrevive 5 años o más. Esta capacidad para curar la mayoría de los cánceres testiculares metastásicos es uno de los grandes triunfos de la terapia contra el cáncer. Muy pocos casos con coriocarcinoma altamente maligno, un tumor muy poco frecuente, logran sobrevivir siquiera 5 años.
Torsión testicular

Torsión testicular
La torsión testicular se produce cuando un testículo se retuerce en su cordón espermático.
La torsión testicular es el resultado de un desarrollo anormal del cordón espermático o de la membrana que recubre el testículo. En general, se produce en los varones entre la pubertad y los 25 años; sin embargo, puede suceder a cualquier edad. La torsión testicular se produce tras una actividad extenuante o bien puede tener lugar sin razón aparente.
De inmediato, se produce un dolor agudo y tumefacción del escroto, además de náuseas y vómitos. El médico puede diagnosticar la enfermedad basándose sólo en la descripción que el paciente hace de sus síntomas y en los que haya encontrado tras el examen físico. Alternativamente, el médico puede recurrir a los exámenes con isótopos radiactivos para diagnosticar la enfermedad; sin embargo, los resultados de la prueba no son siempre fiables. La ecografía de color con análisis de flujo, que muestra tanto el tejido testicular como el flujo de sangre, suele ser la exploración más utilizada. El cordón retorcido corta el suministro de sangre al testículo. En consecuencia, la única esperanza de salvar el testículo es la cirugía para desenrollar el cordón dentro de las 24 horas siguientes a la aparición de los síntomas. Durante la cirugía, se comprueba el estado del otro testículo y habitualmente también se fija para prevenir la torsión del otro lado.
Hernia inguinal
En la hernia inguinal, una porción del intestino se abre paso por un orificio de la pared abdominal hacia el canal inguinal, el conducto por el que descienden los testículos hacia el escroto en la vida fetal.
Anatomía normalHernia inguinal

Hernia inguinal
En la hernia inguinal, el intestino hace presión desde un orificio que se encuentra en la pared abdominal hasta el canal inguinal (el conducto por el cual descienden los testículos desde el abdomen hacia el escroto poco antes del nacimiento).
Cuando la hernia se produce porque el orificio es más holgado o débil de lo normal en el nacimiento, recibe el nombre de hernia congénita o indirecta. Cuando el paso del intestino se debe a un defecto en la base del canal inguinal, el trastorno recibe el nombre de hernia adquirida o directa.
En ambas clases de hernia inguinal, el intestino puede empujar hacia el escroto, generalmente produciendo una protuberancia indolora en la ingle y en el escroto. La protuberancia puede crecer cuando el sujeto se pone de pie y encogerse cuando se acuesta, porque el contenido se mueve hacia atrás y hacia adelante con la gravedad. Puede recomendarse recurrir a la cirugía dependiendo del tamaño de la hernia y del malestar que causa. Si una porción del intestino queda atrapada en el escroto, el suministro de sangre puede resultar interrumpido y dicha porción de intestino puede volverse gangrenosa. En este caso, se lleva a cabo una intervención quirúrgica de urgencia para sacar el intestino del canal inguinal y cerrar el orificio para que la hernia no se repita.
Otros trastornos del escroto y de los testículos
La orquiepididimitis es la inflamación del epidídimo y del testículo. Puede ser una complicación de una infección de la vejiga, una uretritis no específica, gonorrea, cirugía de la próstata o un procedimiento como la cateterización de la vejiga urinaria. El testículo se hincha y duele y también puede estar caliente al tacto. En general, hay líquido en el saco del escroto. La persona también puede tener fiebre. El tratamiento suele incluir antibióticos orales, reposo en cama, compresas de hielo aplicadas sobre el escroto y un aparato suspensorio que lo sujete. Quizás sea necesario recurrir al paracetamol o a otros calmantes del dolor. En ciertos casos, se forma un absceso (acumulación de pus) que, al tacto, resulta como un bulto blando en el escroto. El absceso tiende a drenar por sí solo, pero en determinados casos es necesario practicar un drenaje quirúrgico.
VaricoceleHidrocele

La parotiditis es una infección vírica que, en general, afecta a los niños; si un adulto contrae parotiditis, los testículos pueden resultar afectados. La enfermedad produce una dolorosa hinchazón, la cual puede perjudicar de forma permanente la capacidad de los testículos para producir esperma.
Un hidrocele es una acumulación de líquido en la membrana que cubre los testículos, que causa una hinchazón blanda en uno de ellos. La enfermedad puede manifestarse en el momento del nacimiento o bien desarrollarse con el paso de los años. El hidrocele generalmente resulta indoloro, pero su volumen puede volverse tan grande que deba recurrirse a la extirpación quirúrgica para eliminar la molestia.
Un hematocele es una acumulación de sangre que generalmente aparece después de una lesión en el escroto. A veces la sangre se resorbe sin tratamiento, pero los hematoceles de gran tamaño suelen necesitar extirpación quirúrgica.
Un espermatocele es una acumulación de fluido que contiene esperma, localizada justo al lado del epidídimo. Si el espermatocele aumenta mucho de tamaño o se vuelve molesto acaba extirpándose quirúrgicamente.
Un varicocele es una masa de venas alargadas, anchas y con forma de gusano, localizadas en el escroto, muy similares a las venas varicosas. El varicocele suele aparecer en el lado izquierdo del escroto y, al tacto, se parece a un saco de gusanos. La masa resulta evidente cuando el sujeto se pone de pie, pero, en general, desaparece cuando se acuesta, porque se reduce el flujo de sangre que se dirige hacia las venas dilatadas.
Un varicocele puede ser corregido quirúrgicamente si provoca la sensación de que el escroto se encuentra incómodamente lleno o bien si disminuye la fertilidad. 

Balanitis (inflamación del glande), postitis (inflamación del prepucio)

Balanitis (inflamación del glande), postitis (inflamación del prepucio)




Última revisión: 19. marzo 2012Autor: Redacción OnmedaRevisión médica: Dra. Lidia Arias

La balanitis (inflamación del glande) y la postitis (inflamación del prepucio) son inflamaciones frecuentes en niños y hombres. En la postitis se inflama el prepucio y su cara interna en el miembro masculino. La mayoría de las veces se produce al mismo tiempo la inflamación del glande y del prepucio (balanopostitis).
La postitis y la balanitis tienen numerosas causas. Entre los factores que aumentan el riesgo de una inflamación del glande o una inflamación del prepucio se encuentran los siguientes:




  • Condiciones de humedad, que dan lugar a un ablandamiento de los tejidos (por ejemplo, a un estrechamiento del prepucio).
  • Causas mecánicas (por ejemplo, la fricción repetida en la actividad sexual frecuente).
  • Lavarse con frecuencia (varias veces al día) con jabón, lo que hace que se elimine la grasa de la piel.
  • El paso del tiempo, ya que la capa superficial de la piel adelgaza con la edad.
  • Fuerte aumento de la presencia de agentes patógenos ya existentes o por contagio (por ejemplo, en las relaciones sexuales).   
    Por lo general, la inflamación del prepucio y del glande se da por una infección bacteriana o por otros microrganismos (algunas veces transmitidos a través de las relaciones sexuales). La falta de higiene hace que se den las condiciones ideales para una inflamación del glande o del prepucio: el esmegma, la secreción de las glándulas del glande y el prepucio, se acumula y se convierte así en un caldo de cultivo para todo tipo de agentes patógenos.
    Cuando se inflama el glande o el prepucio, algunos de los signos suelen ser el enrojecimiento y la inflamación dolorosa. Otros síntomas de la postitis y la balanitis son el picor y la secreción purulenta. En el diagnóstico, el médico toma muestras de las zonas inflamadas para determinar las causas de la postitis o de la balanitis y establecer así el tratamiento más adecuado.
    El tratamiento de la balanitis y de la postitis consiste en reducir la inflamación. Esto se logra mediante la reducción de los patógenos que la desencadenan: si se trata de bacterias, los antibióticos ayudan a combatirlas; si se trata de hongos (por ejemplo, Candida) se usan antimicóticos (antifúngicos). También se recomiendan como complemento del tratamiento lavados sin jabón, suero fisiológico y baños con agua de manzanilla del glande y del prepucio y posteriormente, tras un buen secado, el uso de pomada desinfectante.
    Definición
    La balanitis (inflamación del glande) y la postitis (inflamación del prepucio) son enfermedades frecuentes de la piel del pene:
  • En la balanitis se inflama el glande del pene,
  • En la postitis se inflaman el prepucio y la cara interna del prepucio.
En la mayoría de los casos se suele dar la inflamación del prepucio a la vez que la inflamación del glande. Esta inflamación de ambos se denomina balanopostitis. Los signos característicos de la balanitis y de la postitis son los siguientes:
  • Enrojecimiento
  • Inflamación
  • Escozor
  • Picor
  • Humedad
  • Secreción acuosa/purulenta
Dependiendo de cómo se presenten la balanitis y la postitis y de la edad del paciente se diferencia entre distintas formas de inflamación (aunque a veces no están claramente delimitadas):
  • Balanitis/postitis en niños prepúberes: en uno de cada 20 niños se da a menudo balanitis/postitis infecciosa, muchas veces junto con fimosis o conglutinación del prepucio congénitas.
  • Balanitis/postitis en hombres jóvenes maduros sexualmente: menos frecuentes que en los niños, a menudo causadas por la actividad sexual, ya sean infecciosas o no infecciosas.
  • Balanitis/postitis en adultos: en raras ocasiones son infecciosas, influyen las condiciones físicas como causas de la inflamación. Es característica la balanitis por exceso de limpieza.
  • Balanitis/postitis en hombres de edad avanzada (también balanitis de Zoon o de células plasmáticas): frecuente, a menudo ocasionada por el adelgazamiento de la piel y el ablandamiento del tejido que se da con la edad. Sólo se presenta en hombres no circuncidados.
  • Balanopostitis infecciosa (balanitis candidiásica debido a una infección por el hongo Candida albicans): se da con poca frecuencia, en especial en diabéticos, pero también en hombres jóvenes cuando mantienen relaciones sexuales con mujeres con candiadisis vaginal.
  • Balanitis crónica: a veces causada como consecuencia de la conocida como balanitis xerótica obliterante, (estadio avanzado del liquien escleroso) en la que el prepucio se vuelve más grueso y se estrecha como si se tratara de cartílago. 


Causas

En la balanitis (inflamación del glande) o la postitis (inflamación del prepucio) influyen numerosas causas.
Normalmente, la inflamación del prepucio y del glande del pene se produce a través de bacterias. Además de las bacterias puede producirse por virus, hongos (como Candida) u otros desencadenantes de transmisión sexual (por ejemplo, los parásitos como la Sarcoptes scabiei, responsable de la conocida como sarna).
Las principales causas de la inflamación del glande o del prepucio a través de una infección con patógenos son el contacto sexual y la falta de higiene genital. Si existe una falta de higiene el esmegma, la secreción de la glándula del glande y el prepucio, se acumula de forma local y se crea un caldo de cultivo ideal para los patógenos. En pocas ocasiones la postitis o la balanitis aparecen como parte de una enfermedad sistémica (por ejemplo, el síndrome de Reiter o la enfermedad de Behçet).
Hay muchos factores que pueden contribuir a la inflamación del glande o del prepucio. Entre las posibles causas de riesgo de balanitis o de postitis se encuentran las siguientes:
  • Condiciones de humedad que llevan a un ablandamiento local del tejido (por ejemplo, al estrechamiento del prepucio).
  • Causas mecánicas (por ejemplo, la fricción repetida en la actividad sexual frecuente).
  • Lavarse con frecuencia (varias veces al día) con jabón, lo que elimina la grasa de la piel.
  • El paso del tiempo, ya que la capa superficial de la piel adelgaza con la edad.
  • Fuerte aumento de la presencia de agentes patógenos ya existentes o por contagio (por ejemplo, en las relaciones sexuales).
También existen causas para la inflamación del prepucio o el glande como en el caso de los jóvenes prepúberes en que se da fimosis o conglutinación del prepucio. Especialmente los niños que en la infancia temprana y la niñez tienen un prepucio muy estrecho tienen un mayor riesgo de postitis y balanitis. Cuando se da un estrechamiento del prepucio existe una desproporción entre el tamaño del glande y la anchura de la apertura de la piel del prepucio, de manera que éste no se retrae sobre el glande. Cuando es así, la orina se acumula debajo del prepucio, lo que contribuye a las infecciones bacterianas.
Otras razones para que se dé un mayor riesgo de postitis y de balanitis es la función limitada del sistema inmunitario y determinadas enfermedades. Por ejemplo, las personas con VIH, otras deficiencias del sistema inmunitario o diabetes mellitus desarrollan rápidamente inflamación del glande o inflamación del prepucio.


Síntomas

En la balanitis (inflamación del glande) y la postitis (inflamación del prepucio) se dan los síntomas de una respuesta inflamatoria. El prepucio o el glande inflamados aparecen enrojecidos, irritados y se manifiesta dolor. Otros signos característicos de la postitis y la balanitis son el escozor y el picor. También pueden aparecer pequeñas ampollas húmedas en el glande. A menudo se da también en los pacientes una secreción purulenta.
Si la balanitis y la postitis evolucionan, los síntomas también aumentan: como consecuencia la inflamación del glande y del prepucio se pueden dar fiebre o problemas al orinar y hasta septicemia.

Diagnóstico

Si existe la sospecha de que exista balanitis (inflamación del glande) y/o postitis (inflamación del prepucio) el primer paso del diagnóstico será la exploración del pene y de los ganglios inguinales. En caso de que exista inflamación se puede notar un aumento de estos últimos al tacto. El diagnóstico se basa en los síntomas característicos. Es imprescindible que el glande y el prepucio estén inflamados. Además, se pueden presentar las siguientes situaciones:
  • La piel está enrojecida e inflamada.
  • Hay escozor o picor en la zona inflamada.
  • Se presentan ampollas húmedas.
  • A veces se presenta una secreción acuosa o purulenta.
Con el fin de determinar el diagnóstico de la balanitis y la postitis hay que determinar las causas de la inflamación, y por lo tanto se necesitan muestras del glande o del prepucio. Con un hisopo de algodón, el médico recoge el agente patógeno de la zona inflamada y realiza un cultivo en el medio adecuado para que prolifere. Una vez que se determina el agente patógeno el médico puede iniciar un tratamiento específico para la inflamación del glande o inflamación del prepucio.

Tratamiento

Cuando se da balanitis (inflamación del glande) y postitis (inflamación del prepucio) el tratamiento está dirigido a combatir los agentes patógenos y eliminar así la infección. Cuando son las bacterias la causa de la postitis o de la balanitis, es necesario en primer lugar un tratamiento con antibióticos. Cuando los responsables de la inflamación del glande o del prepucio son los hongos (por ejemplo, Candida) se utilizan antimicóticos como tratamiento. En algunos casos de balanitis o postitis es necesaria la quimioterapia o la inmunoterapia para combatir de forma efectiva los microorganismos transmitidos sexualmente.
Si usted tiene balanitis y/o postitis y mantiene relaciones sexuales, no sólo será necesario que siga un tratamiento, sino que está justificado y tiene sentido que la pareja del afectado también lo haga. Si su glande o su prepucio están inflamados debido a una enfermedad sistémica (por ejemplo, el síndrome de Reiter o la enfermedad de Becçet) es de suma importancia realizar un tratamiento de la enfermedad existente.
Además del tratamiento médico para curar la balanitis y la postitis también hay algunas medidas que usted puede llevar a cabo contra la inflamación del glande y/o del prepucio. Por ejemplo, medidas locales como lavados sin jabón, suero fisiológico y baños con agua de manzanilla del glande y del prepucio y posteriormente, tras un buen secado, el uso de pomada antiséptica. Por otro lado, sobre todo cuando el prepucio y el glande se inflaman repetidas veces, es útil eliminar completamente una posible fimosis temprana. Esta intervención quirúrgica se realiza mejor en periodos en que no existe infección.




Evolución

La balanitis (inflamación del glande) y/o la postitis (inflamación del prepucio) tienen una evolución favorable cuando se aplica el tratamiento adecuado. Tanto la inflamación del glande como la del prepucio se pueden curar adecuadamente si el tratamiento medicamentoso se lleva a cabo correctamente. La inflamación del prepucio o la inflamación del glande se cura (si está ocasionada por microorganismos patógenos) en la mayoría de los casos sin complicaciones.
Complicaciones
Si el tratamiento contra la balanitis (inflamación del glande) y la postitis (inflamación del prepucio) se aplica demasiado tarde (cuando el paciente no busca ayuda médica a tiempo) y la inflamación ha evolucionado demasiado el tratamiento puede ser largo y complicado. Puesto que la inflamación del glande puede continuar en la uretra, pueden surgir como consecuencia una inflamación de la uretra, de la vejiga y de la próstata. También es posible que se produzca una epididimitis.

Prevención

En general la balanitis (inflamación del glande) y la postitis (inflamación del prepucio) se pueden prevenir mediante el uso de preservativos durante las relaciones sexuales. Además, las siguientes medidas de profilaxis son efectivas contra la inflamación del prepucio y del glande:
  • Baños con manzanilla regulares, (no demostrado como tratamiento, pueden mejorar como prevención).
  • Enjuagues con solución salina.
  • Higiene genital regular pero no excesiva (retirando el prepucio para lavar el glande y eliminar el esmegma).
  • Utilizando el tratamiento medicamentoso en caso de enfermedad.
Con estas medidas también se pueden prevenir posibles complicaciones si usted ya sufre balanitis y/o postitis. Tenga cuidado de no contagiar a nadie: especialmente durante el tratamiento medicamentoso de una inflamación del glande o del prepucio es recomendable tener relaciones sexuales sólo con preservativo, de manera que no contagie las bacterias o los hongos a su pareja.
Si su prepucio y/o glande está inflamado debido a factores como defectos inmunes y/o enfermedades subyacentes como la diabetes mellitus), es recomendable prestar especial atención a la higiene y al tratamiento de base. Así se puede acelerar el proceso de curación y evitar en gran medida posibles inflamaciones futuras del pene.